«No es fácil encontrar empresas que quieran darle un impulso al producto mallorquín»
19 marzo, 2018
19 marzo, 2018
Antònia Gelabert y Juan Fornari, propietarios del Forn i Pastisseria Gelabert de Llubí, ganador del Campeonato Mundial de Ensaimadas, lo tienen claro: «lo más importante de un concurso como éste es la publicidad que le da la ensaimada, sin eso los pequeños comercios no lograríamos nada. No es fácil encontrar empresas como Hijos de Ramón Oliver que quieran darle un impulso al producto mallorquín».
«La reacción de la gente tras ganar el concurso nos ha desbordado porque no estábamos preparados. No esperábamos ganar, así que no teníamos el género listo», asegura Juan. «La gente ha llamado de todas partes: Capdepera, Sóller… Nos llamaban diciendo si el domingo podían venir a por ensaimadas, y aun así nos hemos quedado cortos todos los días«. A pesar del éxito que están cosechando con la calidad de su ensaimada, en el Forn i Pastisseria Gelabert las cosas no van a cambiar demasiado. «Desde que cogimos las riendas del horno [anteriormente regentado por el padre de Antònia] teníamos claro que no queríamos cambiarlo demasiado. Cuando buscas expandirte mucho, el producto que acabas ofreciendo deja de ser todo lo artesano que debería. Estas semanas nos han llegado a ofrecer la posibilidad de abrir sucursales y nos hemos negado. Crecer significa contratar a más gente y hoy en día no hay «ensaimaderos», la gente no quiere trabajar de noche… todo eso afectaría a la calidad del producto«, afirma Antònia. «Tenemos una pastelería con la que repartimos a cuatro tiendas del pueblo y, a pesar de haber ganado el concurso, nuestra idea es seguir haciendo lo mismo de siempre».
No obstante, sí hay un cambio que han querido afrontar desde que se hicieron con el título: realizar envíos a la península. «Nos llamó un cliente y nos preguntó si era posible que se las enviáramos. Al parecer llegó muy bien y nos dio la enhorabuena, así que pensé que podíamos probarlo y establecer un servicio de envío a distancia», explica Antònia.
Lo que está claro es que su vida ha cambiado desde la victoria, puesto que ya nadie quiere quedarse sin probar la mejor ensaimada del mundo. «No tenemos vida social, trabajamos 16 o 17 horas al día», reconocen con el orgullo de un trabajo bien hecho.
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